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Alí Bello, tres exitosas décadas entre 32 cuerdas

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El exitoso arpista ha tenido trascendencia internacional

Con el arpa en las venas y el corazón, así llegó al mundo en la comunidad tequeña de La Mata el destacado músico y compositor Alí Bello. Proveniente de una luchadora familia, estudió en la unidad educativa Manuel Clemente Urbaneja y más adelante en el Vicente Salias, para luego convertirse en uno de los prodigios musicales más importantes de nuestra ciudad, llegando a compartir tarima con grandes artistas de talla nacional e internacional.

“Estudié música formalmente con el maestro Alí Landaeta, en la emblemática pero ya desaparecida academia Monjosé y después hice lo propio en Caracas en la escuela Pedro Nolasco Colón. Sin embargo mucho antes de todo eso ya yo traía de manera natural una gran pasión por este arte; mientras mis hermanos y primos andaban correteando yo, con seis añitos, me instalaba a disfrutar de las tertulias y ensayos que se armaban en mi casa con mucha frecuencia, ya que mi abuelo fue arpista tuyero y mi padre también tenía lo suyo en el cuatro; mi familia fue mi gran inspiración”.

Alí se inició desde muy niño tocando el cuatro y a la edad de 14 años le picó la cosquillita del arpa, convirtiéndola desde ese mismo momento en su estilo de vida para siempre. “No abandoné del todo el instrumento de cuatro cuerdas, aún lo llevo arraigado al igual que las maracas, que también ejecuto”.

Explicó que la madurez musical con su instrumento base fue bastante precoz, porque a la par que iba aprendiendo a ejecutarla también iba demostrando su gran destreza en diversos eventos que se realizaban en Los Teques, acompañado siempre por su papá.

“Aquí venían muchos músicos y cantantes súper importantes como Reynaldo Armas, Rummy Olivo, Alfredo Sadel, Freddy López, con los que mi padre tenía muy buena amistad; poco a poco me fueron integrando como acompañante y de pronto casi sin darme cuenta ya me salían contrataciones en diversos negocios de Guarenas y Caracas, fui haciéndome un nombre dentro de ese universo desde muy chamo. Todo eso me hacía y me hace inmensamente feliz porque a través del arpa he conocido muchísima gente, así como también gran cantidad de lugares dentro y fuera de Venezuela”.

Un camino exitoso

Con una radiante sonrisa y un sentido de seguridad indescriptible aseguró que lo que más disfruta es que esos grandes amigos que cosecha gracias a la música se convierten en una gran familia; así que entre la natural y la adquirida fue surgiendo una interesante propuesta: la conformación de su hoy agrupación musical, que lleva por nombre Somos Imagen, que lleva consolidada 20 años en el mercado.

“La idea en principio fue de mi papá, quien agarró a una parranda de muchachos músicos de Los Teques, entre ellos dos de mis hermanos, y creó Impacto Criollo, luego por inconvenientes con el nombre adquirido pasó a ser Alí Bello y su grupo, experimentamos varios cambios con distintos y muy talentosos músicos, hasta que finalmente terminamos siendo Somos Imagen, con el que hacemos de acompañantes a infinidad de cantantes; contamos con tres producciones discográficas que tienen varios temas de mi autoría y estamos cocinando un cuarto material para el cual aún no tenemos fecha establecida”.

“Todos los días se aprende algo nuevo, eso es verídico, uno nunca debe cerrarse a los conocimientos y el estudio; todo eso poquito a poquito te va llevando a descubrir más y mejores cosas, entre ellas el invaluable tesoro de la amistad sincera. También es muy bonito cosechar éxitos y triunfos tanto a nivel personal como profesional, siempre acompañado por Dios; para mí el hecho de tener reconocimientos de varias instituciones de mi entidad y del país, conocer lugares como Portugal, Colombia, España, es satisfactorio porque lo hago de la mano de lo que más me gusta: tocar mi arpa”.

Pasión expandida

En compañía de su esposa, Mariangel Bello, talentosa cantante de música venezolana, quién además aportó importantes detalles para la entrevista, Alí nos contó que se casó muy jovencito con la madre de su primogénito Jonathan, y que con ella mantuvo una relación de diez años de matrimonio; luego atravesaron el divorcio y él estuvo solo dedicado a la música también por espacio de diez años, hasta que conoció a su pareja actual con quien lleva 14 años de unión que ha rendido como fruto dos hermosas niñas.

“Tanto mi hijo mayor como mis dos reinitas están dedicados por convicción a la música, lo llevan en la sangre. Jonathan, de 31 años, es cantante y guitarrista; Mariali, de 12 es una excelente violinista, que hace parte de la Orquesta Sinfónica de Miranda; y Mariangel de 6 añitos, se está iniciando en el chelo y posee una voz portentosa. Es una verdadera bendición que todos, por convicción estemos movidos por una misma pasión”.

Pero todo ese derroche de talento que este maestro posee, y quien por cierto acompañó en un concierto para 2002 en el Teresa Carreño al gran Gilberto Santa Rosa, no se ha quedado solo entre las cuerdas de su instrumento y en las presentaciones que con frecuencia tiene, pues también ha difundido sus conocimientos entre varios alumnos que han acudido a él de manera voluntaria para instruirse.

Así como también, en 2003 fundó un interesante festival denominado Fundarpa, que arrancó en nuestra ciudad pero solo tuvo una edición por falta de apoyo para su expansión, pero que no desestima retomar en un futuro no muy lejano; no en vano considera que la clave de su éxito ha sido la perseverancia pero también la humildad./MS/Foto: William Sánchez/

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