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Fiestas tradicionales

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Periodistas de Avance

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Hubo momentos en nuestros pueblos, de ello hace ya muchos años, cuando los concejos municipales y las juntas comunales se encargaban de escoger a los responsables de organizar las fiestas patronales, los Carnavales y las Navidades, entre otras que así lo requirieran.

Después de constituida la junta en cuestión, con su presidente, vicepresidente, secretario, tesorero y vocales, se pasaba a la elaboración del respectivo programa, donde se hacía mención al patrón o la patrona y se contemplaban los eventos religiosos y populares.

En el campo eclesiástico, comprendía la realización de la misa central con la participación de un orador sagrado invitado especialmente para tan trascendental momento, y la procesión de la imagen del santo protector, acompañado, portando sus respectivas velas, por los feligreses a través las principales calles de la villa, sin que faltara la música sacra, interpretada por una orquesta formada por conocidos músicos, contratada para darle mayor brillo a tan importante manifestación de fe católica.

Ese día el templo también se inundaba de voces, todas bien afinadas, que se encargaban de interpretar composiciones escogidas para acompañar el oficio religioso. Todo se oía con profundo respeto.

El mapa cultural venezolano se nos presenta con una interesante gama de fiestas tradicionales, clasificadas dentro de nuestro folclore, donde se notan las influencias de las culturas aborigen, europea y africana.

Los que se han dedicado al estudio de todas las expresiones nacidas en el seno del pueblo venezolano, entre los que se encuentran Juan Pablo Sojo, Juan Liscano, Miguel Acosta Saignes, Rafael Olivares Figueroa, Luis Felipe Ramón y Rivera, Isabel Aretz, Miguel Cardona y Manuel Antonio Ortiz, nos dejaron interesantes estudios que nos dicen cómo los pueblos, gracias a preocupados cultores, han logrado mantener y proyectar nuestros cantos, danzas y creencias a través del tiempo y el espacio.

La riqueza, colorido, así como el entusiasmo de quienes ejecutan los bailes, los cantos y les sacan sonoridad a los instrumentos, lo vamos a encontrar en los más apartados rincones de la nación.

Rústicos, así como bien elaborados instrumentos, acompañarán a las gigantescas manifestaciones de fiestas que tienen como escenario todos los espacios del país.

Otros espectáculos

En la programación de los eventos populares a cumplirse durante las fiestas patronales de nuestros pueblos y ciudades, no faltaban, entre otros espectáculos, los toros coleados, donde los coleadores daban muestra de su maestría tumbando a los toros a los que lograban agarrarle el rabo.

Los jinetes, sobre sus briosos caballos, mostraban sus bien cuidados liquiliquis, sus sombreros pelo ‘e guama y sus pulidas sillas de montar.

Por cierto, en las pistas donde se desplazaban toros y caballos, se colocaban, en sitios levantados para tal efecto, conjuntos musicales, encargados de amenizar la jornada de cachos y mangas; y bellas muchachas, entre ellas la reina de las fiestas y sus damas de honor.

Estas jovencitas tenían como misión colocarles a los coleadores que tumbaban novillos, cintas de diversos colores en los sombreros y en las blusas del popular traje venezolano.

Al concluir la jornada de coleos, los coleadores, jineteando sus animales, se paseaban, exhibiendo sus trofeos, cintas multicolores, por las principales calles de la población.

¡Arriba mi gallo!

No faltaban en aquellas rumbosas manifestaciones populares los encuentros gallísticos, bautizados como peleas de gallos, montados en galleras que se encontraban algunas dentro de los botiquines y otras en las afueras de las comunidades.

Los gallos eran trasladados desde diferentes puntos del país, en unos bolsones rojos, ello para que no los observaran antes de los encuentros.

Estos aguerridos animales eran tratados por sus propietarios con mucho esmero, manteniendo para ellos una alimentación especial y permanente observación sobre las espuelas, plumajes, picos, patas, crestas y ojos.

Los días de los encuentros, con la asistencia de una buena cantidad de aficionados, con la presencia de los jueces, se procedía al pesaje reglamentario, a mirar las condiciones de los ejemplares participantes, a la explicación de las reglas y a las apuestas correspondientes.

En la algarabía de los asistentes, los apostadores, para apoyar a sus ejemplares, sueltan aquello de “¡Pica gallo!”, “¡Pica mi gallo!”, “¡Arriba mi gallo!”.

De vida o muerte

Les dejaremos a continuación lo que plasma el profesor Simón Sáez Mérida en el prólogo a la obra La pelea de gallos en Venezuela, de Omar Alberto Pérez. Allí se lee: “Los gallos, apuntándose, la cabeza contra el suelo, nerviosa, en altísima concentración de combate, ojos titilantes, desarrollan una expresión feroz, definitiva, de vida o muerte… El combate cuerpo a cuerpo, cuello a cuello, cabeza a cabeza, pico a pico, en una lucha por el que pica más rápido, por el que se rebate más prontamente, por el que ‘corta’ más con las espuelas”.

“Y captando cada jugador lo que ha ocurrido en los barajos, se desata el vocerío de las apuestas. Hay peleas rápidas, de pocas palabras podría decirse, que a las primeras de cambio están decididas por muerte violenta o por ceguera, ‘ciego por la pelea’, cuando herido un ojo, saltado por el espuelazo, queda prácticamente ciego e indefenso”.

Es de aclarar que, en el desarrollo de las peleas se oyen, por parte de los apostadores, una serie de expresiones que solo ellos entienden, no dominadas por los que no cazan apuestas.

En vías de extinción

Al lado de los eventos ya nombrados, plasmados en los programas, todos impresos, que se repartían de casa en casa, se señalaban otros como palo ensebao, carreras de cintas, carreras de saco, cochino engrasado, quema de Judas (al finalizar la Semana Santa).

Asimismo, había carreras de burros, carreras de huevo en cucharilla, papelón colgado, carreras de velas encendidas, la sartén, competencias de trompos, vuelo de papagayos y metras.

Los promotores impulsaban concursos para escoger a la reina de las fiestas, las conocidas como patronales y las de Carnaval. Esto que ustedes acaban de leer ha ido desapareciendo del escenario festivo del país./ac

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