La aerolínea estadounidense de bajo coste JetBlue ha decidido que en su última campaña sean los peques de la familia, los niños entre 4 y 8 años, los que planifiquen las vacaciones. En el anuncio, llamado “Little Tickets”, se muestra cómo un hombre pregunta a varios niños dónde llevarían a sus padres, las razones, etc. Pero lo más gracioso de todo es, sin duda, sus respuestas.
Uno de los niños sugiere visitar Albania porque “es la capital de la famosa Nueva York”, mientras que otro elige como destino Barbados para cazar tesoros piratas. Además, sorprende lo conscientes que son los hijos del gran trabajo dura que realizan sus padres día tras día, razón por la que aseguran que se los quieren llevar de vacaciones.
Otro de los aspectos que discuten es qué les gustaría hacer en los destinos elegidos, así como cuánto quieren o pueden pagar por ese viaje. Una niña decide pagar cuatro dólares, todos sus ahorros, e invita a sus padres a un viaje familiar. De esta manera,el spot mezcla la diversión con la ternura de ver a los más jóvenes eligiendo un destino para sus papás, un marketing realmente sorprendente que gustará a todo el mundo.
“Invitamos a 10 niños a nuestra tienda y les permitimos comprar 10 billetes reales para sus vacaciones familiares tan bien merecidas“, ha explicado la directora de marca y publicidad de la compañía, Elizabeth Windram.
El objetivo es llamar la atención de familias de todos los lugares para que se animen a planificar sus próximas vacaciones con la aerolínea, que está ofreciendo una gran cantidad de descuentos familiares en JetBlue Vacations.
“Ofrecimos unas vacaciones a precios que los niños podían pagar. En la compañía somos conscientes de la importancia de pasar tiempo juntos y de lo valiosas que son las vacaciones familiares en cuanto a la creación de recuerdos en familia“, ha añadido Windram.
De hecho, los niños no sabían que se trataba de un anuncio y realmente pensaban que era una tienda para reservar un viaje familiar. “Sabíamos que lo gracioso del anuncio vendría solo”, han señalado desde la empresa.
“El techo y todos los muebles estaban a la altura de un niño“, ha destacado Windram. “Fue como rodar en una casa de muñecas, algo que también supuso todo un desafío en cuanto a la iluminación, la configuración de la cámara y, como no, el dolor de espalda de nuestro equipo”.