Está al frente del negocio familiar que montaron hace 32 años
Pocas personas en Los Teques han dejado una huella como la ha hecho José de Olival, mejor conocido como “arepita” entre sus camaradas, quien con su icónica bodega Guania, ubicada en la avenida Bolívar con la Calle Falcón, y su cordialidad tan remarcada hacia sus clientes, se encarga de proporcionarle bebidas, chucherías y diferentes víveres, haciéndose paso hasta la actualidad por el salvaje mundo del comercio.
El carismático personaje proveniente del estado Aragua, explicó que el origen del establecimiento data de 1986, cuando su padre, Luis Gómez, lo fundó. En aquella época también ofrecía al público una gran variedad de carnes, pero que dejaron de venderlas por las complicadas regulaciones y ajustes de precio que surgían a través de los años.
Por su sangre corrían la pasión del negocio
El inicio de este negocio llamó rápidamente la atención de José desde muy pequeño, pues en todo su ser corrían los genes de un astuto vendedor.
De manera que, para empaparse de experiencia, siguió de cerca los pasos de su padre para colaborarle en todas las tareas requeridas en el negocio.
Desde desempacar la carga de los productos que arribaban, pasando por el mantenimiento del espacio y hasta atendiendo las peticiones de los clientes.
El trabajo en equipo entre padre e hijo, contribuyó a que el local se mantuviera en pie y prosperara, a pesar de una acentuada escasez de productos que aún en ese tiempo se estaba dando a lugar.
Esto en combinación con el incondicional apoyo de su madre Isabel de Andrade, quien asistía a todos los días a la bodega para ofrecer la máxima colaboración en todas las áreas posibles.
El comerciante destacó que uno de los grandes puntos a favor para que Guania tuviera una muy buena popularidad hasta hoy en día, es que se encuentra en un punto céntrico para varios colegios, con niños saliendo emocionados por comprar chucherías, casas cuyos integrantes emprendían una búsqueda por ciertos condimentos para los almuerzos, y el Palacio del Deporte, del cual salían deportistas exhaustos que deseaban satisfacer su sed con un delicioso refresco.
Fue un gran futbolista en su juventud
Por supuesto que para José, figurar como la mano derecha de su padre apenas era una de las asignaciones que tenía, ya que continuó sus estudios hasta el bachillerato y se destacó en una de sus más grandes pasiones: el fútbol.
Demostrando no solo tener una tremenda aptitud para este deporte, sino la capacitación necesaria para asistir a diversos torneos, entre los que mencionó la selección de Miranda, el Aragua y las peninsulares de Araya, de los cuales salió coronado con muchos premios que reconocían su máximo desempeño.
Apuntó además que este profundo amor por el fútbol lo arropó con la ilusión de convertirse en uno de los mejores deportistas profesionales que ha tenido el municipio y el país.
Desafortunadamente, consideró que más allá de la emoción y esfuerzo, no le generaba ninguna entrada económica, así que prefirió abandonarlo.
De la misma manera que la carrera de medicina cruzó por su mente para encaminarse a una vida financieramente más sólida, como la de sus hermanos que eran doctores y biólogos, pero al final lo descartó para seguir ejerciendo lo que mejor sabía hacer en el abasto de su padre.
Lo cual terminó siendo una buena decisión, ya que con el tiempo, su padre sufriría de una terrible enfermedad intestinal que lo pondría fuera del negocio, concediéndole así la honorable responsabilidad de encargarse de la bodega, la cual ha desempeñado por más de diez años con la actitud más optimista posible.
La experiencia lo vale todo
Pues además de atender a su distinguida clientela, también se ha hecho cargo de tareas indispensables como el inventario, y calcular los costos, gastos y pagos en el área administrativa.
José se describió así mismo como el ejemplo de un individuo con un alto nivel de conocimiento en el área de las ventas, que ha adquirido con el paso del tiempo, y por esto, enfatizó que no se debía juzgar a aquellos que solamente hayan sacado un título de bachiller, ya que en su opinión, “es la experiencia la que lo vale todo”.
El éxito en el abasto, le permitiría criar a su pequeña hija, y a su hijo mayor que hoy en día, se ha convertido en un periodista sagaz en busca de la verdad y la libertad de expresión.
Se encogió de hombros con respecto a la situación de Venezuela, ya que influye mucho en la adquisición de los productos con los que comercializa, pero se mostró muy entusiasmado ante la idea de que en aproximadamente cinco años, los problemas del país irán resolviéndose.
Aferrado firmemente a que Venezuela es su hogar, y siendo donde se encuentra todo lo que ha construido con esfuerzo y dedicación, José resaltó que seguiría rigiendo su bodega, mientras el tiempo y las condiciones lo permitan.