“Allí donde se cruzan tus talentos y las necesidades del mundo, está tu vocación”, esta famosa frase del célebre filósofo griego Aristóteles, engrana a la perfección con la vocación de servicio del señor Domingo Herrera, un emblemático personaje de nuestra ciudad que ha dedicado 58 años de su fructífera vida a brindar bienestar a la comunidad.
Nació en el pueblo de Cocorote, Yaracuy. De sus cinco hermanos, fue el único que se apasionó por la labor farmacéutica, aseguró que llamaba poderosamente su atención la preparación de fórmulas, cosa que devino del excelente rendimiento académico que tuvo en sus clases y que lo llevaron en un momento determinado a estudiar en la UCV y obtener su título profesional en 1958.
Señaló que se vino a tierras tequeñas en 1961 para trabajar en la antigua farmacia Camposano, que estaba ubicada en el sector de las Cuatro Esquinas. “Mucha gente tiene la costumbre de llamarlo a uno boticario, por el sólo hecho de preparar los remedios que prescriben los médicos; pero la verdad es que soy farmacéutico”.
Antes de llegar a la ciudad del clima ideal, trabajó en Caracas en la droguería Lara hasta que se le presentó la oportunidad de hacer lo propio aquí. “En esta ciudad, para ese entonces solo existían cinco farmacias; tres en el sector El Pueblo, la San Felipe, Los Caobos, Camposano. Y dos en El Llano, una llamada La Paz y la otra San Antonio, de todos los farmacéuticos de esa época el único que sobrevive soy yo”.
Sereno, lúcido y muy amable nos explicó que él y su hermano decidieron mudarse para acá junto a su familia, y de esta manera hacer vida en esta zona de forma permanente. “Él, quien tenía por nombre José Manuel Herrera, era más dedicado hacia el área deportiva, al punto de que fue el que instauró la famosa tienda Deportes Cocorote ubicada en las Galerías Bolívar, nombre que le colocó en honor a nuestro pueblo natal”.
Profesional a carta cabal
Mientras le realizábamos la entrevista a este encantador caballero, nos percatamos de un hecho muy noble. Hasta el mostrador de la farmacia, donde estábamos conversando, llegó una señora muy contenta a expresarle al señor Domingo su total agradecimiento, por haber preparado una fórmula magistral que le rindió los frutos esperados a su familiar; esa genuina manifestación de cariño que se repite a diario es la más clara muestra del sello personal y profesional que él imprime a lo que hace.
Herrera refirió que la Camposano, una de las más viejas que existió aquí, cerró hace cerca de diez años y que desde entonces labora en la farmacia Miranda, ubicada en la calle Ribas y fundada en la década de los 70’s. Allí, junto a un gran equipo de profesionales, presta un excelente servicio de calidad a toda la colectividad.
“Todavía conservamos aquí parte de la farmacia vieja, es decir la preparación de fórmulas magistrales y oficinales, cosa que ya no realizan en muchos lugares hoy día. Los medicamentos magistrales son los que ordena el médico con lineamientos muy específicos que seguimos los que sabemos de esto; mientras que las oficinales son dispensadas, enumerada y descrita por el Formulario Nacional”.
Explicó que en la actualidad, las más demandadas a nivel de preparación, son las que recetan para los casos de cardiopatía congénita y pacientes renales a quienes se les hacen las diluciones según las órdenes del médico especialista.
Genio y figura
Con un impresionante y admirable brillo en su cálida mirada, aseguró que a sus 87 años de edad, la mayor satisfacción que ha obtenido es la cantidad de amistades que su profesión le ha traído; sin embargo también enfatizó que no hay nada como hacer el bien trabajando en lo que le gusta.
Entre las personas que recuerda con mayor gratitud y cariño resaltó a los recordados ex cronistas de Los Teques Ildefonso Leal y Salvador “Chito” Aguilar, así como también al doctor Manuel Henríquez, el otrora gerente del Banco Ítalo, Hernán Colombo y el odontólogo José Bracho Pérez. “La gente de Los Teques es encantadora y su clima perfectamente ideal; esa combinación me engancharon por completo a esta tierra de gracia que mantenía una esencia pueblerina inigualable”.
Al consultarle cuál es el secreto para mantenerse plenamente activo pese a su edad, respondió que cuando se disfruta lo que se hace, no representa ningún sacrificio y que además lo hace como una terapia. “Trabajar todos los días me sirve para estar siempre diligente y dinámico, uno no hace nada metido en su casa, encerrado viendo los días pasar sin nada que aportar”.
Con una sonrisa encantadora y la más absoluta sinceridad manifestó que se considera un hombre bondadoso, respetuoso y útil. “No hay nada más agradable que saber que uno contribuye a la salud de las demás personas, a veces fungimos de paramédicos y lo hacemos con gusto porque la confianza que cada persona deposita en nosotros se valora y respeta”.
Un gran maestro
María Laura Minano, quien lleva 17 años trabajando junto al señor Herrera aseguró que lo ve como a un padre. “Es una excelente persona, muy amable y conocedor de todos los temas que a uno se le pueda ocurrir preguntarle; más allá de los asuntos farmacéuticos, él sabe como nadie de historia, incluso de la segunda Guerra Mundial”.Apuntó que disfruta del profesionalismo del señor Domingo. “Creo que en Los Teques no hay otro como él, he aprendido muchísimo a su lado. Su disposición de trabajo es admirable, ha superado cualquier cantidad de adversidades y aquí está muy activo siempre; en definitiva ésta es su vida”.
Por su parte, su sobrina, Migdalia Parra, aseguró que desde niña lo admira muchísimo y que decidió hacerse farmaceuta también porque quería ser como él. “Esa vocación de servicio, así como la responsabilidad y el amor con que hace las cosas es algo invaluable, es un excelente maestro”./lb
Foto: (Alexander Offerman)
*Domingo Herrera es un verdadero ícono de nuestra ciudad
MARIBEL SÁNCHEZ